En las Chivas se viven realidades contrastantes. Mientras el histórico Javier Hernández percibe aproximadamente 4 millones de dólares al año, uno de los héroes del último partido, Armando González, tiene un salario casi simbólico para el fútbol de élite: apenas 45 mil dólares anuales, según el sitio especializado Salary Sport. Dos extremos salariales dentro de una misma plantilla, con historias que hoy se invierten en la cancha.
Chicharito regresó al club a principios de 2024 con la promesa de liderar un nuevo ciclo rumbo a la obtención de títulos. Pero el presente está lejos de lo esperado. Las lesiones lo han limitado durante casi todo su ciclo y la última novedad fue su exclusión de la convocatoria para la Leagues Cup, otra vez por problemas musculares. Con pocos minutos disputados y sin poder encontrar ritmo competitivo, el delantero de 37 años representa uno de los sueldos más altos no solo del equipo, sino de toda la Liga MX.
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En cambio, el Hormiga González, surgido de las Fuerzas Básicas, vive su explosión futbolística con humildad y efectividad. El joven delantero de 22 años fue la figura indiscutida del vibrante 4-3 ante San Luis, al marcar dos goles en los últimos minutos que revirtieron un 2-3 adverso y encendieron la ilusión en el Estadio Akron. Con un salario que no alcanza ni el 2% del que cobra Chicharito, González es hoy una de las grandes apariciones del torneo y símbolo del mérito deportivo por encima del cartel mediático. Su contrato vence en diciembre del 2026, y todo el Rebaño espera que sea renovado y actualizado a cifras acordes a su rendimiento.
El contraste es inevitable. Mientras uno representa la inversión y el peso de un apellido histórico, el otro simboliza el esfuerzo silencioso y la recompensa al trabajo. Chivas, que siempre ha presumido de su cantera, encuentra en González un recordatorio de que las figuras no siempre se compran. A veces, simplemente se forman en casa.