La RAE tiene alrededor de 93.000 palabras registradas, pero es casi un hecho que ninguna puede ajustarse para describir la final del Eurobasket femenino que se le escapó a España. 37 minutos de absoluto control, un cierre fatídico y la espina de otro subcampeonato. Fue 67-65 para la Bélgica bicampeona, que a falta de 180 segundos para el epílogo perdía por 12. Una final inolvidable.
La primera mitad estuvo marcada por la excelente defensa española que contuvo a las figuras belgas y el complemento ofensivo aportado por la banca con Paula Ginzo y Irati Etxarri. España se fue ganando por 6 al entretiempo con Raquel Carrera como líder del equipo en los minutos finales.
En el tercer cuarto fue -casi- todo de Bélgica; ajustó en defensa, se cansó de recuperar balones en primera línea y tuvo puntos fáciles. El portento físico de Kyara Linskens y la magia de Emma Meesseman se encargaron de acerca a las campeonas reinantes. Pese a haber jugado 8 minutos muy discretos, la agresividad de Aina Ayuso cortó la sangría y otra vez las suplentes le devolvieron la ventaja mínima para entrar por delante al último cuarto.
De aquí en adelante hubo 10 minutos para escribir una película. Pónganse cómodos.
Ayuso tomó las cosas donde las dejó en el tercer período y España parecía ¿quebrar? la final. La Familia ganaba por 12 a falta de 3 minutos por jugar, pero de allí en adelante comenzó la catástrofe: triples consecutivos de Kyara Linskens y Julie Allemand, puntos gratis en la línea de libres y alguna pincelada de Meesseman llenaron de ímpetu a Bélgica, todo esto mientras España no podía anotar.
La gota que colmó el vaso fue una salida de fondo española, cuando ya ganaba solo por uno, buscando hacer correr el reloj, una pérdida por desentendimiento y una bandeja sin oposición de Antonia Delaere le dio la ventaja a Bélgica. Insólito final. Ya sin tiempo por jugar, solo quedó ver festejar a las belgas, nuevamente campeonas, nuevamente verdugo de La Familia.
En un tiempo el balance de este Eurobasket femenino será, sin dudas, muy favorable para España. El recambio generacional está garantizado, el equipo compitió y durante 37 minutos de la final tuvo el trofeo en las manos. Increíble cierre que no debe empañar la grandísima actuación de España.